
MI NIÑEZ CON LA ESPIRITUALIDAD
Siendo niña, lo sentía todo como si estuviera viviendo una película.
Una película de terror.
Cada noche experimentaba lo que los médicos dirían una parálisis del sueño.
Tumbada en la cama, sentía como si alguien me absorbiera la energía, veía sombras, y cada momento de la noche era la experiencia más terrorífica que puede tener un niño.
No podía mover ni un solo músculo del cuerpo, empezaban esas vibraciones, cada vez más rápidas e intensas, brotando sobre mis células y esa sombra tan quieta sin rostro me succionaba con fuerza para que saliera de mi cuerpo.
Me resistía despierta, cada noche un llanto, cada noche una desesperación.
Llegaba un punto que no podía más y caía ante el sueño.
Una luz me protegía, pero el pensamiento de que cada noche, sentía la salida de mi alma, era una tortura.
Con el paso del tiempo, me acostumbré a irme a la cama de mis padres o mis abuelos, necesitaba sentirme protegida ante tal situación.
De día, era una niña muy observadora, tenía lo que mis padres decían amigos invisibles, pero yo sabía que no lo eran, había un niño con el que jugaba siempre, un niño con el pelo castaño, piel pálida, vestimenta de los años 50 y ojos negros, él me dio el poder de leer las manos (quiromancia) y desde mis 4 años empecé a ver números en las manos, que lo asociaba con los años, y cada cosa que veía y decía se cumplía.
Los sueños que tenía y tengo son premoniciones, y los viajes astrales eran y son viajes a otros mundos donde me enseñan mis guías, experiencias para aprender en este mundo.
Os voy a contar una anécdota con sueños premonitorios…
Con 6 años no recuerdo que soñé, solo recuerdo que me desperté, me fui al espejo, cogí una diadema roja de plástico gruesa que nunca me ponía por que me hacía daño detrás de las orejas, y dije… hoy me la pongo.
Era verano en el pueblo de mis abuelos, en las fiestas, y cada año hacían un espectáculo con un toro de mentira que tiraba cohetes, en un polideportivo semiabierto, mi abuela me dijo de ponernos donde las gradas, detrás de la vaya, donde se ponía mucha gente, y le dije… no yaya, que si me pongo ahí me va a pasar algo malo, mejor me voy al bar y lo veo desde la ventana.
Mi abuela me respondió, ¿Qué te va a pasar? Vente allí con nosotros que no te va a pasar nada (pobre, que iba a saber) al final me fui con ellos.
En ese momento, un cohete salió disparado hacia mi, el tiempo se detuvo, y vi como el cohete venía lentamente hacia mi cabeza, una luz destellante caía sobre mi, eché la cabeza unos milímetros para atrás y el cohete explotó en la diadema.
Todo se llenó de humo, se paró la fiesta entera, cuando pudieron ver como estaba, no tenía ni un rasguño ni nada, salvo esa diadema quemada.
Por desgracia cuando desperté a la mañana siguiente me habían tirado la diadema, una pena por que me hubiera encantado quedarme la.
Te voy a contar una anécdota con la quiromancia…
La última vez que leí las manos, fue a mi madre, cuando vi que a los 50 años iba a tener una enfermedad y que moriría antes de los 60 me dio un shock y pánico a la quiromancia y dejé de leer las manos, como ya conté en el primer libro ella tuvo alzhéimer a los 50 y murió a los 57.
Ese don me lo dieron pero no lo quise y eso me trajo consecuencias, no aceptar esos dones, no significa que no sigas con ellos, empecé a tener más fuerza en los sueños, y cada vez era peor, abría portales sin saberlo, en aquella casa de mi infancia, no es casualidad de que allí pasaba algo, casi todas las mujeres de esa calle, tienen o padecieron alguna enfermedad crónica degenerativa.
Algo pasó en aquella calle, eran casas pareadas nuevas a estrenar cuando entramos a vivir, pero aquello no era ni es normal.
Cáncer, alzhéimer, esclerosis múltiple, entre otras… todo en mujeres. ¿puedo hacerte una pregunta?, que jamás he podido obtener respuesta ¿crees que allí pasó algo? O simplemente ¿esas mujeres de esa calle aparecieron por una razón? Es decir, tod@s vinimos nuevos al mismo tiempo prácticamente, y ¿el destino nos juntó para aprender algo conjuntamente? Siempre me lo he preguntado, con el paso de los años.
Te contaré una 3era anécdota de mi infancia…
Tenía 4 años, un día le miré a los ojos a mi abuela materna y le dije… tienes cáncer de mama, mi abuela me dijo… ¿cáncer? Que vas a saber lo que es un cáncer, anda no giles.. (expresión granadina, que se refiere a que no digas tonterías) la volví a mirar y le dije… tienes un bulto en el pecho mírate en el espejo.
Mi abuela, se quedó perpleja de lo que le decía y fue a ver que era, sí era cáncer, por suerte la operaron y se lo pudieron quitar todo a tiempo.
No tuvo más cáncer en su vida.
Como estas anécdotas, bastantes más…
Y hasta aquí el programa 12 espero que este capítulo te haya servido para ver que desde niñ@ puedes empezar a tener experiencias, y que esto sirva de ayuda a esos padres o madres que vean a sus hijos con mucho miedo sobre todo en la oscuridad, no paséis por alto esas señales…
Namasté.
Os dejo el link de la 1era película del programa «PELÍCULAS POSITIVAS»